Fe de erratas
Primero que nada, vengo a pedir unas sinceras disculpas por mi falla la semana pasada, sé que es algo que los escritores de este blog hemos olvidad, pues a fin de cuentas, cada post que no colgamos el día asignado es una lagrima en el herido corazón de nuestros lectores, o por lo menos un fuerte golpe de frustración en el teclado. Pido sinceras disculpas pues el tema que trataré a continuación pierde parte de su valides por lo tarde que lo he entregado, espero comprendan que la intensión primaria de este post era el prevenir la atrocidad que ha sucedido, y en este jueves solo será ese tardío aviso de “se va a caer” cuando ya nos encontramos plasmados en el piso. Sin más preámbulos y esperando que entiendan y en el mejor caso comprendan mis disculpas procederé a hablarles del tema.
La conciencia navideña de las vidas animales
Y pasó la navidad dejando únicamente ese sentimiento de esperanza y una que otra casa aún decorada por la pereza de sus dueños, todos disfrutamos de los buñuelos y la natilla, pero ahora estos se pudren en la nevera en forma de sobras que ya ni deseamos ver. Cuando la industria se dio cuenta que tenía que hacer productos menos duraderos para asegurar la compra constante hiso de la navidad un objeto banal, aseguro febrilmente que todo juguete y bufanda regalada pasará a la basura en menos de lo que esperan. Pero desde esos tiempos de guerra la industria no ha podido hacer menos duradera ninguna vida, y en las mascotas es donde su estándar de desgaste es muy relativo. La vida de un animal, que solo debe ser opacada por la nuestra, y me refiero a la propia pues no pienso que la humanidad como tal tenga más derechos reales que cualquier otra especie es un regalo tan magnífico que hay pocas palabras para explicarlo. Recuerdo como si fuera ayer aquel 31 de Octubre en que mis padres me mostraron por primera vez los verdes ojos de aquella gata que aún vive en mi casa asechando desde las sombras que crean los muebles. Un día memorable en que aquel animal inundo mi mente de bonitos pensamientos, de infinidad de sonrisas y (aunque lo digo con algo de pena) un sentimiento paternal infinitamente grande. Pero de ese día a en el que me encuentro escribiendo eso admito sin temor que aquellos sentimientos no han cambiado, aún conservo a mi gata, que ahora junto a su única hija rondan en mi casa casi imperceptiblemente. Y les aclaro de una vez mis queridos lectores que no escribo esto con ánimos de presumir a mis mascotas. Tuve el infortunio de cruzarme hace más o menos un mes con un repulsivo artículo que mostraba las cifras del abandono animal en Colombia. Digo repulsivo pues hasta la forma de explicar las cifras daban ganas de vomitar. Pero lo que causo mi impresión fue ver la forma en la que el colombiano piensa que un perro o un gato es igual a un triste juguete de plástico, que piense que el deshacerse de él es cómo deshacerse de los regalos que no nos gustaron. La cifra que en este momento no recuerdo con claridad hablaba de cómo en diciembre la compra de mascotas incrementaba más de un 50% de lo que se mantenía en lo demás del año, y hasta ahí todo parecía muy bien, pues había más mascotas en hogares y menos en perreras y centro animales. Pero el dato preocupante era que para finales de Enero y principios de Febrero el abandono de mascotas incrementaba en la misma cantidad. Es decir que la misma cantidad de animales domesticados que se regalaban en diciembre era abandonada uno o dos meses después, pero la peor parte era que de esa cifra el 98,5% de los animales eran los mismos que se habían regalado ese diciembre. Me pareció monstruoso, y durante unos días no pude ver a mis gatas de la misma forma que lo hacia otros días. Cuando puede superar el golpe y seguí leyendo el artículo descubrí que lo atroz no era simplemente el abandono de los animales, sino el estado de su abandono. Sin alimento, sin protección médica alguna sueltan a estos animales para que vivan por su suerte, como juguetes rotos los botan a la calle y dicen a sus hijos que se han ido a vivir a la playa o una idiotez así, y aunque no le guste escucharlo mi lector, el problema mayor es que debido a las condiciones de abandono, ningún centro especializado puede hacerse cargo y finalmente, para mediados de abril una enorme barra porcentual aparece en la grafica señalando “cantidad de sacrificios”.
Cuando me recuperé de las nauseas que habían crecido en mi, emprendí mi búsqueda de soluciones y descubrí que el hecho del abandono no es otro resultado de la forma en la que como colombianos buscamos siempre la salida fácil. Para que lo sepan, “la sociedad protectora de animales de Colombia” recibe cualquier tipo de animal que se encuentre en buen estado (es decir con sus vacunas al día y una alimentación normal), y si el animal no llega a encontrarse así, únicamente pide una cuota menor a los 100.000 pesos para pagar la vacunación y los suplementos nutritivos necesarios para estabilizar al animal. Además de eso, instituciones privadas se encuentran haciendo este mismo servicio, y una que otra se ha atrevido a dar el siguiente paso y hacer una recogida de animales callejeros para poder vacunarlos y cuidarlos. Pero… ¿entonces por que las cifras siguen siendo tan altas? Muy simple, porque no podemos dejar el destino de los animales domésticos en manos de unas cuantas instituciones, si no ponemos de nuestra parte no habrá resultados de los cuales nos podamos sentir orgullosos, y entonces tendré de nuevo que encontrarme con artículos que me quiten el sueño por su atroz contexto.
¿Qué puede hacer usted para ayudar?
Simple, donar de vez en cuando a estas instituciones siempre ayuda, o quizá si se siente infinitamente bondadoso adoptar a una de estas mascotas, claro si tiene los recursos para mantenerla, pues no queremos que tenga que devolverla a la institución o botarla a la calle un mes después. Otra forma es informarse de estas instituciones y si en algún caso encuentra a una mascota abandonada, llevarla y pagar la cuota moderadora de esta, con un poco de su dinero podría darle una vida digna a un noble animal. Pero finalmente la solución más simple es concientizarse, concientizar a sus hijos y sobrinos, concientizar a toda su familia de que una mascota es un compromiso serio y constante, que por una ambición navideña no se puede ignorar que lo que se entrega es otro ser vivo, y no un simple juguete más. Y por favor estúpido e ignorante lector, sepa bien que las cifras que le he mostrado no son culpa de otros, son culpa de cada uno de nosotros, y que la ayuda de un simple ente puede hacer la diferencia, no adopte a una mascota si no la puede cuidar, y adopte todas las que quiera si se siente comprometido, dispuesto y con capacidades monetarias para mantenerlas a todas.
Si desea decirme algo, insultarme recomendarme algo o amenazarme de muerte búsqueme en Twitter como @Tisamarto
(la lectura constante de mis escritos y tweets puede ser nociva para la salud)
Y como recomendado de hoy les traigo no un libro, no un disco, no una película, les traigo ¡2 PELICULAS! La primera y la recomiendo por el tema de hoy es:
Hachiko: A Dog's Story
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